Llevo días dándole vueltas al asunto y, mi síndrome “particular” de Diógenes, me lo impide. Pero es que cada día lo tengo más claro. Cuando alguien no te necesita, ya no haces falta. Las palabras son muy bonitas y los hechos, no es que no sean bonitos, es que no existen.
Todo es mi culpa por no deshacerme de las cosas, aunque no me sirvan.
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